Ninfa Salinas: “Aprendí más de mi padre que de la academia”
Comenzó su vida laboral a los 17 años, en Elektra. Hoy es VP del comité ejecutivo de Grupo Salinas, presidenta del consejo directivo de Fundación Azteca y presidenta de Grupo Dragón.
Ninfa Salinas Sada, primogénita del empresario Ricardo Salinas Pliego, está convencida de que el hambre por la curiosidad y el deseo de querer forjar su mente lo aprendió de su padre y no de la escuela. Como él, cree que la gente que no es curiosa y trabajadora se estanca y que gana dinero el que resuelve problemas reales, más no el que se queja de ellos.
Pero Ninfa Salinas también se parece a su abuelo Hugo Salinas Price. A los 17 años, el mexicano empezó a trabajar en la fábrica de radios de su familia, que más tarde transformó en lo que hoy son las tiendas Elektra. La empresaria, quien cumplió 42 años el pasado 1 de mayo, igual comenzó su vida laboral a los 17 en esta unidad de negocios.
Lo primero que hizo fue subirse a una motocicleta y acompañar a los trabajadores de cobranza para entender cómo es que se asigna un crédito personal. Al llegar a la casa del solicitante, ella observaba cómo vivía esta persona, si tenía un techo y piso firme, cuántos focos había, cuántas televisiones, quiénes habitaban el lugar y desde hace cuánto.
Con esa experiencia, Ninfa Salinas aprendió no solo el riesgo que conlleva andar en motocicleta por las calles de la Ciudad de México, sino que otorgar o no un crédito es una decisión que tiene un gran impacto en la vida de una persona. “Entiendes que las decisiones que tomas tienen consecuencias y que a veces tu intuición está equivocada”.
Al concluir su educación media superior, Ninfa Salinas se inclinó por estudiar mercadotecnia en la Universidad Anáhuac. Sin embargo, no fue lo que esperaba. “Nos hacen creer que ese es el momento definitivo de tu vida y lo que va a marcar tu futuro, yo no lo creo así. Estudié mercadotecnia porque estaba de moda, pero la universidad no fue una época que me marcó para nada”, apunta.
Lo que sí definió su formación, dice, fue resolver problemas de la vida diaria a través de los negocios de su familia (Elektra, Banco Azteca, TV Azteca, Total Play, Fundación Azteca, Neto, Grupo Dragón), así que, sin renunciar a la escuela, se dedicó a trabajar. De cobranza pasó a la venta de hornos de microondas, después lanzó la cuenta de ahorro Guardadito, junto con la estrategia de mercadotecnia, y posteriormente formó la división de publicidad interna, Agencia i.
“He trabajado casi en todos los lados del grupo, con la suerte de tener a grandes mentores que son muy capaces, pero también de carácter duro. Ellos son los que realmente te empujan hacia delante”, señala. Pero sin duda quién más la motivó a crecer fue Ricardo Salinas Pliego.
“Mi papá es un hombre increíblemente inteligente y capaz. Siempre me decía: ‘es responsabilidad tuya forjar tu mente’. Más que en una clase, agarras un buen libro y luego otro y le das de comer a la curiosidad todo el tiempo. Él es muy curioso, muy buen maestro y tiene una infinita hambre de conocimiento”, asegura. Pese a ello, Ninfa Salinas no tiene un modelo a seguir. A su parecer, es mejor tomar lo bueno de cada persona a la que admira e ir construyendo su propio estilo de liderazgo. “Mi papá es un gran líder, le he aprendido infinitas cosas, pero creo que no hay que copiar. Tiene que ver con las circunstancias en las que está cada líder y éstas no siempre son replicables. Pienso que los líderes no se hacen desde la comodidad nunca, uno se tiene que poner constantemente en la adversidad porque si no te quedas en una zona de confort y sin crecer”.
La maestría en Harvard y el gusto por la energía
Ninfa Salinas estaba embarazada de su primera hija y entrando al Senado cuando decidió estudiar una maestría remota en Administración y Sustentabilidad en la Universidad de Harvard. Pero lejos de ser una experiencia gratificante fue muy difícil.
“La sentía muy radical, no con un pensamiento constructivo, sino más bien como regresando al pasado, en una visión muy limitada de sembrar lo que hay al lado, pero sin cuestionarse qué pasa con la gente que no tiene los recursos para hacerlo. Creo que Estados Unidos está muy radicalizado en sus posturas acerca de lo que significa ser sustentable y es válido, pero no resonó mucho conmigo”, admite.
Al tiempo, la familia fue organizando las marcas del grupo y después Ninfa Salinas se metió de lleno a Grupo Dragón para hacer energía renovable. De manera práctica tuvo que aprender cómo funcionan esos sistemas y formar un equipo que quisiera confiar en ella, sabiendo que no sabía mucho de energía. ¿Cómo lo logró? Fue muy insistente en seguir los planes de manera ordenada. “No tienes que ser un ingeniero para estar pendiente del plan de trabajo, cuando te empiezas a desfasar días o semanas ahí está tu costo y tu tiempo haciendo una brecha”. Desde el principio, relata, el equipo ya tenía contratos amarrados para saber a dónde se iría esa energía.
En el camino tuvieron tres pozos productores y dos secos. “Además no obtuvimos el vapor suficiente para poder llenar una turbina que mandamos a hacer en Japón. Cuando nos la entregaron, los japoneses la trataban como si fuera un bebé, se ponían guantes para tocarla, es una cosa gigante como del tamaño de este cuarto (una oficina de aproximadamente 10x7 metros cuadrados)”, relata.
“Cuando vi a los japoneses me di cuenta que a los mexicanos nos hace falta sentir orgullo por lo que hacemos, algunos sí lo sienten y creo que evidentemente les va mucho mejor”. Su mayor logro a bordo de Grupo Dragón fue haber hecho el primer parque geotérmico privado, con un sistema de medición, de entrega y recepción de energía único en su ramo. Actualmente, es presidenta de esta compañía.
¿Vida política o empresarial?
Salinas fue diputada en la Legislatura LXI (2009-2012), en la que presidió la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales y coordinó la aprobación de la Ley de Aprovechamiento de Energías Renovables, que generó un aumento del 50% al presupuesto del Ramo 16, designado al medio ambiente.
Luego fue senadora por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) de 2012 a 2018, donde participó en las Comisiones de Energía, Recursos Hidráulicos y Relaciones Exteriores con América del Norte.
Para ella, la vida política tiene una vocación de servicio, mientras que la empresarial no tanto. “Todo el mundo dice que los empresarios están para dar trabajo, sí, pero no es exactamente correcto, ya que están para solucionar problemas y en la medida en que lo hacen tienen clientes y pueden emplear a otros”, opina.
En la política, comenta, se toman decisiones que están medianamente consensuadas y no se contrata por capacidades, lo cual es muy triste. Entonces puedes estar en la mesa con una persona que tiene el mismo peso que tú, pero que no tiene idea de lo que está hablando y eso genera un nivel de frustración terrible. En el esquema empresarial, continúa, estás con gente que sabe, que está hablando porque su talento y mérito la trajeron a la mesa y porque su punto de vista te va a cuestionar desde la sabiduría para construir un mejor resultado. “Sin duda, donde más éxito se consigue es en la vida del empresario, pese a ello me gustan las dos esferas”.
Como empresaria, al proyecto que más cariño le tiene es a Fundación Azteca, ya que, considerando su mala experiencia académica, cree que la educación en México es muy limitada y requiere de más modelos de formación que enseñen a los jóvenes a aprender y a tener un pensamiento crítico. “Mi educación fue realmente de la calle, de la vida, y eso me marcó mucho porque conoces historias reales, de personas reales y con problemas reales, y te pones a pensar cómo solucionarlos. Yo creo que para eso no necesitas tanta academia. Lo que necesitas es poner atención y entender qué recursos tienes para atraer y solucionar. Eso es hacer negocios”.
Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), refiere que la tasa promedio de desempleo de los egresados de licenciatura en el país es de 4.6%. Conforme avanza el nivel escolar se reduce el número de estudiantes, pues de cada 100 que entran a la primaria, 81 llegan al bachillerato y 39 a la universidad, de los cuales solo 26 la terminan.
Sin embargo, los trabajadores con licenciatura ganan 78% más que aquellos que solo tienen el bachillerato y también acceden a mejores puestos de trabajo. Por cada 100 pesos que gana un egresado de bachillerato, un licenciado percibe 178 pesos y además tiene tres veces más probabilidad de seguir creciendo dentro de las organizaciones, según el IMCO.
Para Ninfa no funciona así. “Entiendo que vivimos en un mundo donde son muy importantes los títulos, pero tristemente en México un título no te garantiza más de 10,000 pesos al mes. Creo que tenemos que hacer un esfuerzo doble de preparación, de tú como líder más que como académico. Eso es lo que distingue a las personas en su crecimiento en la vida laboral”, asegura.
Ninfa Salinas es VP del comité ejecutivo de Grupo Salinas y presidenta del consejo directivo de Fundación Azteca, la cual fue creada hace 25 años. Desde entonces, la fundación ha contribuido a fortalecer a más de 500 organizaciones civiles del país, ha convocado a más de 50 millones de mexicanos como voluntarios para cuidar el medio ambiente, ha reforestado más de 51,000 hectáreas de árboles y ha formado a más de 132,000 jóvenes, a través de 16 escuelas, con un enfoque en la libertad, la innovación y la creatividad en sus programas educativos y ambientales.
¿Quién es Ninfa Salinas Sada?
Ni empresaria ni política, el papel más difícil de su vida ha sido ser mamá de dos niñas y un niño. “Es el que exige más congruencia y una absoluta entrega. Hacer crecer a un ser humano para que construya sus propias posibilidades, para que asuma la responsabilidad en su toma de decisiones y haga lo que quiera hacer. Ahí te das cuenta de lo incongruente que eres. Dices una cosa y no puedes sostenerlo ni 10 minutos”, expresa.
Hoy día, Ninfa sabe que no existe el balance perfecto. La clave del éxito para comulgar en cada uno de sus proyectos tanto personales como profesionales es tener mucha disciplina y destinar a cada cosa un tiempo en específico. En su oficina destacan las fotos de sus tres hijos, un librero que alberga la historia del arte y un escritorio muy organizado donde se ubica su iMac y un teléfono fijo.
No puede ocultar su gusto por el diseño, las plantas, las flores, los cuadros que adornan las paredes ni su búsqueda por ser una mujer saludable. “Entendí que estamos llenos de posibilidades y que elegir es renunciar. Si uno quiere tener tres trabajos lo puede hacer, pero estando consciente de esa elección y desde una mente triunfadora, no desde el fracaso. Cuando algo te llama lo tienes que hacer con toda tu capacidad y talento”, aconseja.
Ninfa Salinas se define como una mujer curiosa, emprendedora, empática que está llena de proyectos y sueños. Como una mamá a la que le encanta vivir y disfrutar el tiempo con sus hijos, y como una líder que deja a la gente hacer lo que mejor sabe hacer.
No le gusta meditar, en lugar de eso aprendió a tocar el piano durante la pandemia y hoy es una de sus grandes pasiones, además de un desestresante. Entre sus libros favoritos está El Elemento de Ken Robinson, a quien considera uno de los grandes maestros de la educación. También Aléxandros, de Valerio Massimo, una obra que relata la vida de Alejandro Magno, el recorrido de su liderazgo, cómo fue tomando decisiones y se rodeó de un equipo, cómo llegó a la cima y después empezó su decadencia.
La historia de San Michele, un libro de memorias del médico sueco Axel Munthe y The One Thing, de Gary W. Keller y Jay Papasan, “es una gran explicación de porqué es importante enfocarnos en una sola cosa, en vez de ser multitasking, y de porqué ser más preciso en las cosas que quieres lograr te empuja de manera más sólida hacia el futuro”, concluye.
Ninfa Salinas se define como una mujer curiosa, emprendedora, empática que está llena de proyectos y sueños. Como una mamá a la que le encanta vivir y disfrutar el tiempo con sus hijos, y como una líder que deja a la gente hacer lo que mejor sabe hacer.
No le gusta meditar, en lugar de eso aprendió a tocar el piano durante la pandemia y hoy es una de sus grandes pasiones, además de un desestresante. Entre sus libros favoritos está El Elemento de Ken Robinson, a quien considera uno de los grandes maestros de la educación. También Aléxandros, de Valerio Massimo, una obra que relata la vida de Alejandro Magno, el recorrido de su liderazgo, cómo fue tomando decisiones y se rodeó de un equipo, cómo llegó a la cima y después empezó su decadencia.
La historia de San Michele, un libro de memorias del médico sueco Axel Munthe y The One Thing, de Gary W. Keller y Jay Papasan, “es una gran explicación de porqué es importante enfocarnos en una sola cosa, en vez de ser multitasking, y de porqué ser más preciso en las cosas que quieres lograr te empuja de manera más sólida hacia el futuro”, concluye.